Es poco conocida la faceta de Rafael Alberti como editor. Durante la Guerra Civil Española dirigió El Mono Azul, revista publicada por el bando republicano bajo el auspicio de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura cuyo primer número salió el 27 de agosto de 1936. Duró casi todo el periodo de la contienda. El nombre fue tomado del mono que usaban los milicianos en el frente de guerra. Su propósito era llegar a los soldados y hacerlos conscientes de su función como defensores de la república y la democracia frente al fascismo. En el 1939, ante la inminente derrota del gobierno republicano, Alberti salió hacia París, llegando a la Argentina el siguiente año.

Al llegar, participó con un cargo directivo en Rama de Oro, una pequeña colección de poesía de gran belleza tipográfica de la Editorial Schapire. En ella aparecieron su Marinero en Tierra, Sonetos Espirituales de Juan Ramón Jiménez, una edición “pirata” de Las Nubes de Luis Cernuda y la primera edición de El rayo que no cesa de Miguel Hernández con dos textos de la mano del director de la colección, Rafael Alberti: Miguel de tierra y raíz (mejor conocido como Imagen primera y definitiva de Miguel Hernández1) prólogo del libro que se convirtió en una elegía maravillosa, y la primera, para quien acababa de morir en Alicante; y un breve texto sin título como epílogo biográfico.
Alberti cumplió una función protagónica en la Editorial Pleamar de Buenos Aires. Esta editorial, fundada en el 1941 por Manuel Hurtado de Mendoza, creó diversas colecciones. Rafael Alberti dirigió dos de ellas: la Colección El ceibo y la encina y la Colección Mirto. Fue una manera de ganarse la vida en el exilio y, al mismo tiempo, símbolo de la honda españolidad del desterrado. Fueron colecciones muy cuidadas. Consciente o inconscientemente seguía el estilo juanramoniano de los libros Estío, Poesía, Belleza y Canción, incluyendo la tipografía elzeviriana.

El ceibo y la encina venía con encuadernación en tela, las letras doradas y con el logo tanto en la tapa como en el lomo. El logo, lineal, sencillo y elegante, consistía de una hoja dorada de encina- nominada para “arbol nacional” de España- cruzada por una flor de ceibo en rojo- considerada la flor nacional argentina. Un logo cargado de simbolismo.
En la Colección El ceibo y la encina aparecieron, entre otras, obras de Alarcón, Pérez Galdós y Varela, cuya novela Pepita Jiménez tenía viñetas de Gori Muñoz, talentosísimo pintor valenciano, y llevaba el siguiente prólogo/verso de Alberti:
Para Pepita y Don Juan
Homenaje a Don Juan Valera
La luz, el agua y la sal.
El ángel que al quiebro vuela,
desorientado, a un rosal
de alegre miel sobre hojuela
El primoroso, el alado
clavel al galope. El fino
limón, descorazonado,
secreto, dulce, divino.
El jazmín, desfalleciendo
sin agua. La lumbre viva
Eros celeste vertiendo,
de ramo en ramo, una oliva.
La uva loca en aguardiente.
El anhelante cuchillo
por la carne del membrillo,
arrebatada, caliente.
Luna lozana, verdor.
Alondra herida, sin queja.
Tu gracia, subida flor.
Tu gracia andaluza: abeja.

El sombrero de tres picos de Pedro Antonio de Alarcón salió a la luz el 14 de abril de 1944 con cinco dibujos de Santiago Ontañón, quien también diseñó las viñetas que adornan las letras capiteles que ilustran los textos de los capítulos que inician. Rafael Alberti contribuyó este prólogo/verso:
Sobre lo que D. Pedro Antonio se calla
Molinero furioso
cruza la plaza.
Sobrero de tres picos,
capa de grana.
-Que la Corregidora
también es guapa.
(Lo que el agua murmura
tú no lo cuentas,
por pies, ganando al toro
la delantera.)
Corbatín de batista,
chupa de sarga
con festones de verdes
ramos bordada.
-Que la Corregidora
también es guapa.
(Lo que el molino muele,
¡bien que lo esquivas!,
clavando un par al toro
de banderillas.)
Calzón corto de seda,
las medias blancas,
zapatos con hebillas
sobredoradas.
-Que la Corregidora
también es guapa.
(Lo que sabe una alcoba
tú no lo sabes,
burla burlando al torero
por naturales.)
Molinero de trigo,
la harina es blanda
y tiene sueño el aire
que la trabaja’
-Que la Corregidora
también es guapa.
(Lo que fue aquella noche
tú te lo callas
descabellando al toro
contra las tablas.)
La Colección El ceibo y la encina publicó en ocho tomos los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós en tela editorial rosa con letras doradas, cintas de punto de lectura, preciosas viñetas y letras capiteles. Gerona y Cádiz gozaron de prólogos/versos de Alberti. Cádiz salió en 1945 con ilustraciones de Pérez Galdós y otros dibujantes de la época, un retrato en blanco y negro de Galdós “en frontis” y el siguiente prólogo en verso de Rafael Alberti:
Canción de las Cortes de Cádiz
De Cádiz a la Isla,
coches de flores
por el mar, gallardetes,
sol y cañones.
¡A las Cortes las damas
y señores!
De Cádiz a la Isla,
voy, calesero.
-Capitán, yo en la vela
de tu velero.
¡A las Cortes los soldados
y marineros!
De Cádiz a la Isla,
luz y esperanzas.
Y por la bandera el viento
de las murallas.
¡A las Cortes los sueños
que sueña España!
La Colección Mirto se destacaba por sus volúmenes encuadernados en tela blanca con letra verde y ramo de mirto dorado en la cubierta y en ele lomo. Un logo muy apropiado ya que el mirto, sagrado para Venus, ha pasado a ser el símbolo de la poesía amorosa. Los volúmenes tenían cintas de punto de lectura. Las sobrecubiertas eran en papel amarillo impresa a dos tintas: el nombre del autor y la rama de mirto en negro; el título de la obra y el de la editorial, en rojo. Era, y aún es, una de las más bellas series de poesía española.
Se publicaron poesías de Fray Luis de León, Garcilaso (1946), Góngora (1945) con prólogos de Alberti, las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer con retrato del poeta hecho por su hermano Valeriano, también dos volúmenes de Églogas y Fábulas Castellanas, Siglos XVI y XVII (1944) y en el segundo tomo, Siglos XVII, XVIII y XIX, todas seleccionadas por el mismo Alberti y con prólogo suyo.
El prólogo de Antología Poética de Góngora es Homenaje a Don Luis de Góngora y Argote (1927). Soledad Tercera (Paráfrasis incompleta) del propio Alberti. En el libro de Garcilaso usó a manera de prólogo dos poemas suyos también publicados anteriormente: Elegía a Garcilaso y la que dice:
Si Garcilaso volviera,
yo sería su escudero;
que buen caballero era.
Mi traje de marinero
se trocaría en guerrera
ante el billar de su acero;
que buen caballero era.
¡Qué dulce oírle, guerrero,
al borde de su estribera!
En la mano, mi sombrero;
que buen caballero era.
Parece que siguiendo el consejo de Baudelaire: “Sé siempre poeta, hasta en prosa” su prólogo al libro dedicado a Fray Luis de León de la Colección Mirto es pura prosa poética.*
La colección también publicó textos contemporáneos, entre ellos a Antonio Machado con fragmentos extraídos de sus libros en prosa y textos sobre la Guerra Civil y Animal de fondo (1949) de Juan Ramón Jiménez, que reúne los poemas escritos durante su viaje a Buenos Aires en el 1948. Fue éste, si no el último, uno de los últimos libros que publicara la Colección Mirto.

1Imagen primera y definitiva de Miguel Hernández (Fragmento)
-Rafael Alberti
Pablo Neruda fue quien lo vio mejor. Solía repetir: “¡Con esa cara que tiene Miguel de patata recién sacada de la tierra!”
De la tierra…porque si conocí muchacho a quien se le podían ver las raíces, aún con ese dolor de arrancadura, de tironazo último, matinal, era él. Raigón, raigones, guías hondas, entramadas pegadas aún a ese terrón mojado, que es la carne, la funda de los huesos, le salían a Miguel del bulbo chato de la cara, formándole en manojo, en enredo, toda la terrenal figura. Pero siempre en lo alto, al inclinarse, tosco, con cierto torpe cabeceo de animal triste, para enlazarle a uno la mano, le resonaban hojas verdes, llenas de resplandores.
Sí, Miguel venía de la tierra, natural, como una tremenda semilla desenterrada, puesta de pie en el suelo. Y nunca ese sentir, esta presencia de espíritu y de cuerpo procedente del barro se lo sacó de su poesía.
Me llamo barro aunque Miguel me llame…
Sonido de azadón y paletada golpeándole encima, moliéndole el pedrusco de la osamenta, aunque a la vez cruzado de una canción de arada y labradores.
Soy afortunada: tengo varios de sus libros argentinos.